De solo mirar unas fotografías de Lebu el escritor comenzó a soñar
e inspirado a redactar:
Contagiarme de la sonrisa eterna después de la muerte, orar sobre
dos cruces de piedra tocando su cielo estrellado, descansar sobre las piedras
de su apacible mar tranquilo, ser testigo fiel del resplandor de su faro, viejo
compañero del ocaso de su precioso cielo, compartir historias milenarias de mi
tierra con su gente en el muelle viejo, caminar descalzo y sentir la arena
tibia de sus playas misteriosas, cada mañana renovar mi visión al salir del
ensueño de la Benavides, contemplar en silencio la lluvia caer sobre sus
casitas de ensueño, escuchar el canto suave de su rio transparente, reír con su
gente, admirar su tierra.
Peruano
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