Una más levantada,
mirando hacia la nada...dónde los muertos viven y las palabras callan. Lloramos
otra vez su partida, sin saber bien dónde estaba...pero seguros que su alma se
encontraba en tal parada. El viento secó esa tarde mis lágrimas, y se llevó con
él mi bufanda.
Se fue una mañana
caliente, a su pesca artesanal. Buscando sustentar a la familia y no volvió
nunca más. Pero volvió su memoria y sentí su mirada. No encontramos nunca más
su cuerpo. Volviendo esa tarde al cementerio
simbólico, encontramos su bufanda.
Morosha
Excelente microrrelato...gracias
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