Voy
viajando por el mundo olvidando mis problemas y dejando todo lo que pesa tras
de mí. De repente, por destino llego a la ciudad de Lebu. Se acerca una
corriente de aire que me empuja directo a su cementerio, es de noche y pienso
que debería tener miedo pero siento una calma en mi pecho. Traspasando el cementerio me convierto en una niña de
ocho años, mis ojos se llenan de lágrimas y empiezo a correr hasta que caigo de
bruces. Subo la mirada al cielo y me incorporo mientras las estrellas empiezan
a reunirse bajando hacia el horizonte. Forman un halo de luz que a su vez se
transforma en mi abue. La abrazo.
Abro los ojos y estoy en
mi cuarto, sin haber dejado algo atrás. Solamente sigo llorando como niña de
ocho años mi pérdida.
Mafa L. Arcos
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