domingo, 11 de marzo de 2018

CIERRE DE CONVOCATORIA

De acuerdo a lo previsto por las bases del concurso, el sábado 10 de marzo, a las 23:59 horas, de Chile Continental, se produjo el cierre de recepción de trabajos de la VI edición del Concurso de Microcuentos Lebu en Pocas Palabras, organizado por el Club de Amigos de la Biblioteca N°266 Samuel Lillo Figueroa de Lebu y financiado por la Municipalidad de Lebu, a través de su H. Concejo Municipal.
Un total de 130 trabajos provenientes de 14 países han tomado parte en esta edición. En el detalle, 150 trabajos fueron consignados en la Categoría Mayores y 15 en la Categoría Menores, correspondiendo su procedencia a: Chile (58); México (20); Argentina (13); Colombia y España (7 c/u); Marruecos y Venezuela (5 c/u); Cuba y Uruguay (4 c/u); EE.UU (3); Bolivia, Brasil, Perú y Portugal (1 c/u). Para los organizadores es de honda satisfacción subrayar el debut de Bolivia y Marruecos en nuestro certamen.
Todos los trabajos han sido publicados en este blog y podrán ser comentados hasta el sábado 24 de marzo, inclusive. Es necesario señalar que el trabajo mejor valorado por los internautas será elegido de acuerdo a lo indicado en las normas del concurso, vale decir: comentarios, número de visitas y puntuación del jurado. 
Los resultados serán publicados, en primera instancia, el martes 10 de abril.
La ceremonia de premiación será llevada a cabo el viernes 4 de mayo, en la ciudad de Lebu, en lugar y horario por definir.

A quienes han tomado parte de esta versión de Lebu en pocas palabras, damos nuestros sinceros agradecimeintos y les deseamos la mejor de las suertes.

Los organizadores





 

sábado, 10 de marzo de 2018

130.- LA ÚLTIMA PAYASADA

Mi padre murió en Lebu. Lo hizo vistiendo su atuendo de trabajo, tal como predijo.
Una noche de farra, y a raíz de una apuesta, trepó el mástil de la carpa y cayó, muriendo en el acto, el último de su vida.
Lo enterramos en Lebu porque estábamos de paso.
Veinte años después he venido a visitarlo. El pueblo está cambiado, salvo el cementerio; aunque el gran árbol ignoto que recuerdo ahora está seco, quizá agobiado por tanta pena.
Encontré la tumba de mi padre, sumergida bajo la maleza salvaje. Deposité un escuálido ramo de flores y me senté a recordarlo: sus gracias nunca me causaron risa.
Ignoro si el viento que azotaba al camposanto me jugó una mala pasada: lo vi junto a su lápida, con su insufrible traje de payaso, llorando.
Por primera vez me reí de él.
Me acerqué brindándole un abrazo.

Aún permanezco en Lebu. Ahora visto su traje. 
Un Perro Andaluz

129.- LEBU

No sé por dónde empezar, sólo sé que fue en Lebu que tuve un pedido de boda de ensueño, en Lebu encontré mi camino y mi pasión por la arqueología, todo comenzó desde que visité la Caverna de Benavides, pero este despertar me hizo ver cómo es bonito la estructura de Lebu, en el que sólo puede ser sentido si es vivido, por eso es importante un caminar en la playa y visualizar un río sabio y diversificado.

En Lebu no hay tristeza ni melancolía, porque el sentimiento es acariciado con el mensaje de estar, vivir y sentir, por eso, la tranquilidad y la sabiduría transmitida se refleja en la vista urbana y en el muelle.
Olivia

128.- ADIÓS AL PUCHOCO

Pese al llanto de las aves que presagia lluvia, madre se sienta frente al espejo para retocar su vaporoso peinado y repasar el furioso carmesí de sus labios. Dibuja una mueca frente al espejo que estudia con una sonrisa, está frenética por el próximo encuentro. Antes que el cielo llore, ella se encamina hacia el muelle de Bocalebu y, en soledad albergada bajo un paraguas, espera el próximo arribo. Pero hace años que el Puchoco se olvidó del puerto de Lebu. Pese a eso, madre regresa a casa contenta, comentando lo bien que lo pasó a bordo, disfrutando de una abundante once, mientras afuera llueve con furia.
Un Perro Andaluz

127.- LA ÚLTIMA FUNCIÓN

En Lebu ya nadie tiene deseos de reír. Los aplausos se han ido para siempre. El payaso está solo. Se ha quedado solo en el cementerio, sentado sobre una tumba, llorando su propia muerte. No hay cortejo ni deudos esperando. Es su última actuación.
Stuka

126.- TESTIGO SILENCIOSO

Desde este lugar veo todo, y a todos, siempre ha sido así, y así seguirá.
Soy testigo mudo e inmutable de los que aquí viven, también de quienes te visitan: familias, forasteros, hippies, artistas, en fin… ¡Todos alaban tu belleza, oh Lebu! Yo sólo cuido y vigilo de ella: de tu río y cavernas, de playas y forestas.
Me acarician el sol y las lluvias; todo el cielo es mi techo; y aunque el mar por todos los costados me rodea…yo sigo aquí, erguido, cumpliendo mi trabajo de forma permanente. Iluminando a quienes, a través del océano, a ti quieren llegar.

Lebu, soy tu luz, soy tu faro…
Vincent Ferrer

125.- GANAR TIEMPO

Me acerqué al borde del viejo puente, la fría noche de agosto apuraba, respire profundamente dando mi ultima mirada a los blancos techos teñidos por la luna, antes del final. “¡No lo hagas!, sufrirás eternamente, jamás veras a tus seres queridos, esta tierra será un eterno purgatorio,” dijiste. No te vi venir, pero tus palabras me dieron  esperanza, quizás la que necesitaba para encarar mi realidad, quise saber mas de ti, tu escueta respuesta  “soy María, estoy sobre esta vía, la 40, altura 206 al fondo”.
Me senté y lloré desconsoladamente.
El sol me despertó frío hasta la médula, encaré decidido a agradecer tus palabras.

Al llegar no quise entender que pasaba, no pude, corrí al fondo, una derruida pared decía “María Yañez, amada madre no soportaste la partida de tu esposo y ganaste tiempo para su reencuentro  agosto 1952”, lamentablemente sé que no lo lograste.
Macramé

124.- LÁGRIMA DE PIEDRA

Cada vez que se da la oportunidad, y sin bisagra que atisbe, el Maikol se echa al hombro un balón de cinco y se hace de algunas lucas. Visita al farmacéutico de la pobla y enfila hacia el cerro, a visitar a la jefa. Ahí, entre sicodélicas puestas de sol le cuenta todos sus rollos. Muchas veces se molesta ante el silencio indolente de la mujer y marcha furioso. Pero siempre vuelve, ensayando un escandaloso acto de fetichismo, a modo de disculpa, y besa los descalzos pies femeninos. Entonces, consume desesperado una nueva prescripción médica, confiándole su sueño de volar al sol. Varias veces lo ha intentado, aunque siempre desiste: ella se lo impide…

Ayer, Maikol faltó a la cita: una balacera lo encontró en plena línea de fuego. Mientras caía,  creyó viajar al sol, junto con la señora. En el cerro no hay lugar para el Maikol, pero si una lágrima de piedra.
Un Perro Andaluz

123.- LEBU, COMARCA

Tembladerales de voces ancestrales recorren las calles de Lebu. Son las voces de sus antepasados mapuches que acunan hoy,  los sueños de sus habitantes, cuando éstos duermen.
A lo lejos, las campanas suenan y resuenan, llaman a los hombres a la fecundidad de su tierra, para que naveguen sus ríos, exploten sus minerales, se sientan libres como sus montañas, encuentren consuelos a sus tristezas y den rienda suelta a su algarabía en sus playas, se vuelvan historia como sus cavernas.

Lebu, paleta de colores y geografía, sencillamente, es una joya soberana del Planeta, que cada Lebulence cuida para que todos nosotros y las generaciones venideras, podamos conocer.

Baldomero Ría

122.- EL TÍO

Los niños que un atardecer de invierno jugaban cerca de los pabellones que había yendo a la desembocadura, en una calle embarrada que tuvo siempre por único asfalto una mezcla apisonada de escoria, piedras y carbón, sabían que por esos rincones nunca hubo entrada a la mina. Por eso desestimaron la opinión del extraño cuando este dijo que era solo un minero camino al trabajo. Los mineros, replicó además uno de los muchachos, llevan casco y chaqueta de mezclilla y usted solo sombrero y poncho negros. Sí, dijo el desconocido, tienes razón, y los mineros huelen también a carbón, mientras que yo solo huelo a azufre, ¿verdad? Corriendo despavoridamente llegaron a una esquina donde algunos esperaban el bus. ¡Hemos visto al diablo!, ¡dijo que iba pa' la mina!, quisieron advertir. Los mineros se rieron con serena complicidad y respondieron: sí, pero no hay de que asustarse, él vive allá y nosotros lo vemos a diario.

Yo.Se.Rick

121.- EUYIN, EN LEBU

Envuelto en su traje de luces y colores, en un otoño que acollara hojas amarillentas en el piso, mientras el sol con sus lenguas doradas cae sobre la ciudad, Euyin llega al Cementerio de Lebu.
Con su gallardía y donaire de artista circense camina entre las sendas del campo santo, se detiene, se persigna ante cada lápida, ante cada nombre, imagina cada vida y su historia.
El más grande de los payasos y acróbatas del mundo, con su cabeza apoyada en el paredón llora frente a la tumba de su amada, siendo fieles testigos de este momento las aves rapaces, tiesas, mudas apostadas en las cúpulas de los panteones.

Lebú  vió reir a Euyin, en el escenario de su ciudad; Lebú vió llorar a Euyin, en su cementerio.

Baldomero Ria

120.- EL VIEJO ARTESANO DE PESCA

Sentado frente al mar en su silla de ruedas el anciano pescador contempló con nostalgia el pequeño lanchón anclado en la bahía lebulense que parecía flotar al amparo de las olas .Sus ojos, claros como el agua, se colgaron, entonces, al recuerdo de aquellos gloriosos días de pesca de pretéritas jornadas. Con la esperanza de vivir días mejores sus manos trabajan la arcilla una y otra vez mientras gruesas gotas de sudor resbalan de su frente humedeciendo  la  tibia arena de la playa. Cuando tomó la gaviota de arcilla con la pinza artesanal para incorporarla a la botella donde, desde la mañana, ya se encontraban instalados su  mujer y sus hijos en la cubierta del lanchón, sintió que la mano le temblaba y pensó que el tiempo ya no era el mismo de antaño sino algo inventado por él como ese mar de plasticina artesanal endurecido dentro de la botella.
Olaz

119.- LA CEREMONIA DEL AGUA

Por la gran avenida que va desde su casa al mar de Lebu se ve bajar todos los días a un niño con un balde en la mano.  Se acerca al agua y sentado en la arena de la playa contempla absorto la inmensidad del océano. Luego, mientras el mar lo saluda acariciándole los pies, comienza el ritual de traspasar con sus manos el agua desde las olas al balde.  Nada lo detiene y nada lo distrae. Los vecinos intrigados por la acción del pequeño se acercan preguntándole el porqué de su acción:
¡Busco palabras! –responde el niño.
¿Como palabras?

¡Sí, palabras, mi  abuelo Gonzalo decía que este mar siempre conversaba con él y  le entregaba el sonido de su voz… y yo quiero eso, aprender como mi abuelo a escuchar al mar. Alguna palabra encontraré que quede para siempre en el fondo de mi balde y de mi corazón!

Olaz

118.- LA ESPERANZA TAMBIÉN SUEÑA DESPIERTA

La brisa ondea su oscuro cabello. Ella sube al balcón del faro todos los atardeceres, lo sigue esperando a pesar del tiempo transcurrido.
Nunca pierde la esperanza y siempre sube con una sonrisa de anhelo pensando que es el día. Y todos los días esa sonrisa se disuelve conforme pasa el tiempo hasta convertirse en un semblante triste, que se revierte con la esperanza del mañana.

Cierra los ojos y siente el atardecer en su piel. La brisa a su alrededor comienza a juntarse formando un cuerpo incorpóreo. Siente unos labios que rozan con los suyos, pero no abre los ojos por miedo a su desaparición. Se funden en un beso de amor que le llena de alegría el corazón. Pero todo tiene su fin y siente como se aleja. Sin abrir los ojos intenta agarrar al dueño de sus besos, pero no hay nadie. No hay nada. La esperanza también sueña despierta. 
Mafa L. Arcos

117.- CAVERNARIO

El viejo sigue ahí. Recorre angustiosamente la legendaria caverna Benavides. Fisgonea en distintas direcciones, husmea como un ratón cada rincón de la gran cueva.
Cuando la marea sube, se le pierde el rastro. Vuelve a aparecer cuando el mar se recoge y repite una y otra vez la misma búsqueda como una lastimera partitura aprendida hace siglos.

No le agradan los visitantes. Los ahuyenta de cualquier manera. No desea compañía. Desconfía. Actúa con recelo, como si escondiera un tesoro bajo las barbas o en los bolsillos de su traje, medio patriota y medio realista.
Stuka

116.- EL HOMBRE QUE TE HACÍA REÍR

Una vez conocí a un hombre que dedicaba todos sus esfuerzos para alegrar a la gente. Trabajaba muy duro de sol a sol sin importar si lloviera o relampagueara o si se estuviera matando de calor bajo su ropa multicolor.
Lo conocí allá en Lebu mientras pasaba fuera de la Biblioteca de la ciudad. Se intentaba acercar a la gente y contar chistes para hacer la vida de las personas más amenas, todo por un par de monedas. Pero la gente no se paraba a escucharlo y debo confesar que yo también seguí mi camino.

Un día después mientras caminaba me lo encontré a lo lejos con unas flores y lo seguí. Posó las flores frente a una lápida mientras decía en voz baja “La única que reía de mis chistes eras tú amor y a pesar de haber escuchado una que otra risa, la única que quiero volver a escuchar, es la tuya”.

Mafa L. Arcos 

115.- CUANDO LAS ESTRELLAS TOCAN EL SUELO

Voy viajando por el mundo olvidando mis problemas y dejando todo lo que pesa tras de mí. De repente, por destino llego a la ciudad de Lebu. Se acerca una corriente de aire que me empuja directo a su cementerio, es de noche y pienso que debería tener miedo pero siento una calma en mi pecho. Traspasando el cementerio me convierto en una niña de ocho años, mis ojos se llenan de lágrimas y empiezo a correr hasta que caigo de bruces. Subo la mirada al cielo y me incorporo mientras las estrellas empiezan a reunirse bajando hacia el horizonte. Forman un halo de luz que a su vez se transforma en mi abue. La abrazo.

Abro los ojos y estoy en mi cuarto, sin haber dejado algo atrás. Solamente sigo llorando como niña de ocho años mi pérdida.

Mafa L. Arcos 

114.- EL ÚLTIMO VIAJE DE CHOLO

Las olas se mueven de acá para allá. Hoy no es un día para salir pero hay que parar la olla y el clima no te da de comer. Muchas veces habíamos zarpado en estas condiciones. Pero esta vez el agua que caía del cielo no estaba de buenas con las del ancho mar. En una guerra terrible, las gotas de lluvia golpeaban con fuerza y el océano respondía la embestida con olas de un poder indescriptible. Al medio de estas dos fuerzas, el “Cholo”, mi botecito llamado así por mi abuelo que me enseñó el arte de la pesca. Una ola gigante nos tragó, fuimos nada en comparación a este mundo. El bote y yo nos enterramos en la profundidad. Vi cosas que nunca imaginé ver antes de cerrar los ojos. Morí en la mía. A pesar de lo duro amaba esto. Hoy mi cuerpo no está pero soy una piedra recordándome.
SBL

viernes, 9 de marzo de 2018

113.- LLOVÍA

Llovía en el jardín de los ángeles. Llovía lágrimas. En aquel instante gotas tímidas chasqueaban en el suelo. En Lebu estaba sólo la cruz y el silencio.
Raenz 

112.- CAVERNA DE LEBU

A doce pasos después del primer desvío, encontré el pasaje a la parte inferior de la cueva. Ayudado por los hermanos Martin y Javier oculté aquel hermoso tesoro, tapándolo con siete enormes rocas  y algo de arena. Esa misma noche descansamos a dormir, pero solo yo pude ver el amanecer. A mis leales ayudantes les pedí que guardaran el secreto con su vida, ahora deben entender a lo que me refería.
Llegó el momento de volver al Perú con el resto de mis hombres en una chalupa. Confío en que pronto volveré a regocijarme con las riquezas que he ocultado, si no es en esta vida, vendré en la próxima. ¡Pero volveré por él!
Vicente Benavides 

111.- DESPEDIDA

Una más levantada, mirando hacia la nada...dónde los muertos viven y las palabras callan. Lloramos otra vez su partida, sin saber bien dónde estaba...pero seguros que su alma se encontraba en tal parada. El viento secó esa tarde mis lágrimas, y se llevó con él mi bufanda.
Se fue una mañana caliente, a su pesca artesanal. Buscando sustentar a la familia y no volvió nunca más. Pero volvió su memoria y sentí su mirada. No encontramos nunca más su cuerpo. Volviendo esa tarde al cementerio simbólico, encontramos su bufanda.
Morosha

110.- EN LEBU... RONDA POR EL MUELLE DE LA MEDIA MILLA

Ronda entre nubes oscuras,  entre el horizonte desdibujado, con la claridad siniestra de un colmillo en advertencia.
Hombres sin tiempos, sin esperas,  escupen el tabaco machacado en sus bocas, lanzan bostezos al aire; observan, los resabios de algunas redes que se agitan como hamacas.
Vigilia marina,  entre el viento, los barandales del viejo muelle,  bocanadas de humo y el cielo enraizado en la horizontalidad de las agua,  común presagio de un instante fatal.
Serpiente al asecho; azote lerdo. Hace acallar las voces. Empuja al humo de los cigarros, traza una ruta desde el medio del paisaje hasta los umbrales socavados de  madera. Avanza. Se ahuyentan las escasas claridades del cielo. Las olas pierden sus huellas. Miradas se entrampan a la espesura próxima de la tormenta. Se entrampan a la nada.
El reloj adelanta las horas; atrasa las horas; multiplica sus puntos negros; sus espadas.

…Ronda por el muelle de la  media milla,  la muerte.
Baldomero Ria

109.- EL CEMENTERIO DE LOS GUARDIANES


En el puerto de Lebu se cuentan muchas historias sobre el “Cementerio de los guardianes”, un lugar donde se honran a los hombres que perdieron la vida en altamar, cuenta la leyenda que si visitas ese lugar por la noche verás cosas sobrenaturales, por esta razón decidí visitarlo, la luna estaba resplandeciente en el cielo nocturno, alumbrando las tumbas de los pescadores caídos, dejando a la vista la magia innata de este emplazamiento, de repente sentí una brisa fresca que acobijaba mi rostro, y vi como esos hombres se levantaban de sus tumbas, bajaban al mar con sus redes y se embarcaban fijando las rutas hacia los cardúmenes más abundantes, dando la posibilidad a otros pescadores de seguirlas y encontrar el sustento, y además vi como ellos en sus barcos navegaban a través de las marejadas con una destreza impresionante, protegiendo las costas de Lebu, como unos verdaderos guardianes a la luz de la luna.


Cerbero

108.- LA ANTÍTESIS DEL PAYASO


Todos se levantaron al unísono, para estallar de alegría entre aplausos y risas al terminar la función. Grandes dientes se asomaron en mi boca y en el corazón una lágrima de dolor haciendo la rutina de mi viejo el día de su funeral en el cementerio de Lebu con el sol como testigo al compás de las almas danzantes.
Rose Elizabeth MacAllister

107.- AMOR ETERNO

Acarició con sus dedos lentamente sus aguas. Paró después en silencio a respirar su pureza, su belleza le desnudo en un segundo el alma...como cualquier encuentro entre amantes. Encontrarla una vez más había sido su último deseo, y dios se lo había permitido. Fue así que entendió que no era un sueño desde la cama del hospital.
Observó con gratitud otra vez su último amanecer en la playa de Lebu. Soltó al aire un suspiro, y dejó que su alma regresara.       
                                               Morosha

106.- LEBU LO ES TODO


Nombre de cráter  conocido por impactar en el planeta Marte, Lebu es también privilegiado destino turístico cuyas imágenes perduran en el recuerdo. Vegetación abundante con una temperatura media de unos 13º, no olvidaré jamás sus fascinantes playas.  Tampoco obviaré uno de los principales encantos del verano lebulense: la fiesta agrícola “Encantos de nuestra tierra”, en Pehuén. Allí, conocí a la mujer que me brindó la oportunidad de ser padre, así como experimentar el más bello sentimiento (aquel que promulga el certero arquero Cupido): el amor.    

Byron

105.- LA DEUDA


Con los zapatos en la mano, caminé descalzo por las arenas blancas de la playa Millaneco. Era una tarde invernal. La neblina colmaba la bahía de una tensa sensación de soledad. Algo me había indicado que era necesaria mi presencia en ese lugar. Mi destino me llevó cerca de unos roqueríos imponentes que eran adornados por moluscos y gaviotas que revoloteaban emitiendo sonidos estremecedores. Decidí sentarme en la arena húmeda y fría como un puñal.
-¿Vicente?, ¿eres tú? - una voz ronca, entrecortada e inhumana me susurró detrás de mí.
Al darme vuelta la oscuridad del atardecer sólo me permitía ver una silueta masculina vestida con un uniforme de soldado de la época de la independencia de Chile.
-Sí, soy Vicente Benavides- afirmé en tono solemne sin dejar de mirar al horizonte- He venido a pagar lo que debo- dije parándome, y tomando el rumbo hacia los viejos roqueríos.

Mariana Latorre

104.- LAS CALLES DE LEBU


Ella caminaba por las calles de Lebu, un poco desorientada,  el viento soplaba en su cara, podía sentir su humedad; a su alrededor un  paisaje que la llamaba a quedarse, cálido como sus entrañas y a la vez frio como sus pensamientos. Cada vez que extrañaba el calor de su hogar una energía mágica proveniente de esa comuna, sus ríos y sus playas, la inundaba con una fuerza poderosa, mística, misteriosa, similar a la grandeza de sus piedras rocosas. Ella, mujer creadora, capaz de unir y acariciar almas fue asentándose sin darse cuenta. Ya han pasado cinco años y aún no sabe si fue el destino o la casualidad quien la puso allí, descubrió que se ha vuelto a enamorar, de esa comuna, su cultura, su comida, de su gente trabajadora, así como tú, así como yo, al caminar por las calles de Lebu.


Silvia

103.- LECHOS VACÍOS


Con los ojos desbordando amor miraba aquella lápida. El susurro de su voz se iba con el viento, mismo que agitaba los árboles del cementerio simbólico de Lebu. Ella miraba enternecida aquel lecho vacío, como si no supiese que su amado no estaba ahí. Reía mientras contaba al pedazo de granito cómo las olas besaban las orillas de las playas.
Después de todo, quien en este cementerio es conmemorado, no ha hecho sino convertirse en inmortal. Su voz, repleta de ternura, no decía sino las ganas con que esperaba su regreso. Porque él habría de regresar como todo el que ahí era honrado.


Lizzy Borja

102.- LA LUZ DEL FARO y EL FIN DEL MUNDO


Tengo esta costumbre de subir al auto y manejar como si quisiera encontrar el fin del mundo. No sabíamos que algo estaba mal, después de todo, era la única manera de amar que conocíamos. Pienso que las puestas de sol son tan tristes como las despedidas; el cielo anaranjado es una sonrisa en el panorama de la playa desierta. Me pregunto si encontraré el fin del mundo y si, acaso, será igual a tu sonrisa.
Tengo esta costumbre de sonreírle al aire. O, tal vez, sonría para el tú que guardo en recuerdos: el que tomaba mi mano y me miraba como si fuese el mismísimo cielo.

Lizzy Borja

jueves, 8 de marzo de 2018

101.- QUIERO CONOCER LEBU

De solo mirar unas fotografías de Lebu el escritor comenzó a soñar e inspirado a redactar:
Contagiarme de la sonrisa eterna después de la muerte, orar sobre dos cruces de piedra tocando su cielo estrellado, descansar sobre las piedras de su apacible mar tranquilo, ser testigo fiel del resplandor de su faro, viejo compañero del ocaso de su precioso cielo, compartir historias milenarias de mi tierra con su gente en el muelle viejo, caminar descalzo y sentir la arena tibia de sus playas misteriosas, cada mañana renovar mi visión al salir del ensueño de la Benavides, contemplar en silencio la lluvia caer sobre sus casitas de ensueño, escuchar el canto suave de su rio transparente, reír con su gente, admirar su tierra.

Despertó fascinado y dijo, quiero conocer Lebu.
Peruano 

100.- VACACIONES EN LEBU

Pasé mis vacaciones de invierno en Lebu. En las calles caminaba menos gente, el mar de la playa era más helado, los trozos de carbón en las olvidadas minas se trisaban más de lo que estaban, el sol, que en verano era tapado por los frondosos árboles, menos alumbraba. Pero a pesar de todo esto, uno estaba siempre acompañado del calor más agradable. El calor del Lebuense que recibe a todo visitante con un abrazo y un bienvenido puesto en los labios de quién te recibe, con ropa bien abrigada y mostrando un lugar hermoso para viajar.
 Baśič

miércoles, 7 de marzo de 2018

099.- SOLEDAD

Lebu, no sé si es la melodía que emanan tus aguas o la inquebrantable frustración de no sentirte cerca.
Cielo 

098.- EL RÍO LEBU

Querida hija:
Como te anticipé, tu papá y yo hemos decidido acompañarnos en este tránsito.
A tiempo regresamos de las playas, ahora que anochece. Busco protección bajo retazos de sombra de los árboles, me acompañan los pájaros, acarician el aire. Lagrimeo, siento la necesidad de despedirme.                
Al regresar a la gran cueva, quedamos deslumbrados por la oscuridad. Papá frunce el ceño por el arrullo del viento y de las olas que rompen sobre la playa pero no se inquieta cuando advierte que el canoero ya se acerca, siempre dijo que la sorpresa sólo demora la fatalidad. En la certeza del final papá le entrega la tanza y los anzuelos y define la orilla del mar para partir hacia la Isla Mocha.
Caronte encara la canoa hasta perdemos en el horizonte marítimo.

                                                                                                               mamá 

Alfonsina

097.- HISTORIA DE AMOR


2 amantes caminan por las calles de mi linda ciudad de Lebu, una hermosa ciudad de Chile en donde crecí, que lindos recuerdos tengo de mis caminatas por las hermosas colinas que se pasean por su alrededor, y los besos primorosos que entré tus arboles le di, a una hermosa novia que entre tus calles conocí, este no es un cuento sin fin, es una bella historia de amor que aún se escribe dentro de ti; porque esos enamorados juraron su amor sin fin bajo la dulce mirada de una virgen que cuida a todos los que viven aquí.

Tony

096.- EL REGRESO


Luego de algunos años lejos de mi patria, lejos de mi hogar, hoy decido regresar, muero de ganas por bañarme en tu mar, por disfrutar tu gentilicio y poder por tus bellas calles caminar, Lebu te llevo en el alma y jamás te podré olvidar.
Tony



095.- LLEGADA A LEBU


Todo estaba listo para la llegada a Lebu. A la hora programada el transporte tocó suelo sin contratiempos, tal y como el piloto comunicó por radio a sus superiores situados en una lejana base norteamericana.
La operación, que había sido diseñada y planificada con todo detalle, contaba con el beneplácito de la ONU. Las primeras unidades procederían a afianzarse en Lebu y luego ampliarían progresivamente su radio de acción. El objetivo era conquistar la mayor superficie posible.
Hombres perfectamente entrenados y meticulosamente equipados descendieron por la escalera metálica. Sus botas pisaron el suelo de Lebu y, con un preparado discurso, proclamaron la nueva autoridad sobre el territorio. Plantaron una simbólica bandera que así lo atestiguaba.
Los chilenos, pegados a sus televisores y radios, no acababan de creerse que aquello estuviera sucediendo realmente. Pero en el siglo XXI, cuando todo acontecimiento es televisado en directo, no tiene cabida la duda. El hombre acababa de pisar Marte.

Mercurio

094.- VISTA URBANA


Los  granjeros  hablaban  de  la  ciudad  como  un  Valhala,  como  un  sueño,  con  construcciones altas,  y  grandes,  repleta  de  autos,  casas,  y  personas.  Pero  no  entiendo;  yo  sólo  veo  humo.

Un Pancito Sureño

093.- EL RÍO


El  río  se  parece  a  mí.  Tiene  el  mismo  color  de  pelo,  tiene  el  mismo  color  de  piel,  tiene  los mismos  ojos,  usa  los  mismos  lentes  y  la  misma  ropa.  Demonios.  Otra  vez  estoy  mirando  mi reflejo.

Un Pancito Sureño

092.- LA PLAYA


Y  viene,  y  se  va,  y  viene,  y  se  vuelve  a  ir,  y  vuelve  a  volver.  ¿Estoy  hablando  de  las  olas  o  de  mi  atracción  por  vos?

Un Pancito Sureño

091.- EOLO


Inesperadamente partió de Lebu, surcó los azules cielos con un silencioso vuelo.

Chapulín

090.- AMNESIA


Cabizbajo camina diariamente entre las mortuorias piezas de mármol, atrás quedó la figura altiva, la mirada brillante, sí aquella que irradiaba por su paso. Ahora, sólo recuerdos son su familia, las risas del más pequeño que con traviesa mirada lo esperaba, los besos y abrazos de su princesita se han esfumado como pompas de jabón, y los arrumacos de Ella, su otra mitad también se ha vuelto olvido. Aquellos días partieron, la culpa le reprocha recalcitrantemente, pero después….después…
Chapulín

089.- AÑORANZA A LEBU


Andrés era un lebucense de 78 años que yacía en su cama. Se encontraba rodeado de familiares que esperaban el momento fatal. Él tenía miedo, pero lo alentaba el poder por fin reencontrarse con su amada Dilema, oh su amada que tanto había extrañado por largos años. Aún recordaba cuando se conocieron en el faro de la ciudad. Él, al igual que ella, estaba solo. Bastó una sola mirada para que se hiciese ver el amor. Se casaron y tuvieron tres hijos: Isabel, Fernando y Carlos. Aún recordaba los veranos recorriendo la playa, el muelle, La caverna Benavides, el rio, Aún recordaba…

Pero el tiempo avanza, él y su amada se hicieron viejos, Dilema fue decayendo hasta ser cubierta por la mortaja y a él solo le quedan sus recuerdos que poco a poco se apagan.

Estrella Marina 

088.- EN LO ALTO


Estando allí arriba, en aquel faro, ¿qué es lo que ves? ¿Tus ojos sólo captan colores o perciben algo más? ¿Qué te generan las nubes? ¿Esa extraña sensación en tu estómago es miedo, entusiasmo o asombro? ¿Bajas los párpados para que una basurita no lastime tu retina o para sentir el poder del atardecer? Y las imágenes que te devuelve el mar, ¿son el reflejo del mundo en el que quieres vivir, de la persona que ansías ser, de los sueños que siempre han estado dentro de ti?
Si ya tienes las respuestas, baja y pisa tierra firme para obtener los resultados.
Júpiter Menfis

087.- DICEN QUE EN LA VIDA NADA SE REPITE


Es hay en ese momento que te das cuenta que las cosas solo ocurren una vez, y por más que te esfuerces jamás volverás a vivir lo mismo, salieron juntos tres hermanos y sus padres, dirigiéndose a la nada y a lo todo, a lo que un día volverías. La sonrisa de los hermanos corriendo por la hierba húmeda por el caer del sereno, su reflejo en el agua moviéndose, es transportarse al paraíso, sentir y escuchar el viento que ríe y canta al compás de las nubes blancas con un cielo azulado como lo mejor de un diseñador, la travesía de cruzar un rio y esas  sonrisas  que jamás pensaran olvidar, reteniendo ese momento en lo más profundo de tu corazón, y un día buscar restos de ese sol, de esa tierra y ese aire, para nunca olvidar y calificar como el día que volverías a repetir, entonces hay esta la libertad de soñar.
Kalex

martes, 6 de marzo de 2018

086.- EL SÍNDROME DE LAS AGUJAS PICANTES


Júrenme que si les cuento no le van a andar diciendo mi secreto a esos bichos feos que se esconden debajo de mi cama. Se despiertan cuando yo duermo y me pinchan con agujas los dedos de los pies, no importa en qué colchón del mundo me acueste, ellos me encuentran y por la mañana tengo los pies sangrando. Pero hace ya varias noches que los traigo desconcertados y ahí es donde entra mi secreto: Cuando las estrellas se juntan todas en el cielo, escapo de los cuartos y sin que la gente que dice que tengo esquizofrenia me vea hago un nidito en el cementerio y me quedo ahí durmiendo toda la noche, con fantasmas, pero sin bichos. Son ellos –los fantasmas, por si no quedó claro– los que no dejan que los bichos de las agujas me encuentren. A veces las ratas me sirven de almohada y en las cruces cuelgo mis peluches.

Adelaida

085.- LA PARTIDA

Te vas a Lebu, tan lejos de Madrid que apenas puedo asimilarlo. Me pides que vaya contigo, que continuemos esta locura que es amarnos en el otro extremo del planeta.
Pongo en un plato de la balanza mis sentimientos, pero cuando deposito en el otro mi trabajo, mi familia y mi vida tú te enfadas. Gritas que nada debería ser más importante que nosotros. Luego lloras y me preguntas como puedo dejarte ir sola.
Trato de pensar, pero apenas puedo entender lo que está sucediendo. Dos billetes de avión con fecha de mañana, que reposan sobre la mesa, tampoco me ayudan. Agarrando fuertemente la maleta que ya tenías preparada y cogiendo uno de los pasajes, te despides sustituyendo palabras por lágrimas. Me dejas solo, intentando razonar mientras escucho avanzar las manecillas de mi reloj de pulsera.
Sé que mañana me estarás esperando en la cola de embarque, pero ni yo mismo se si estaré allí.


Mercurio

lunes, 5 de marzo de 2018

084.- EL PEQUEÑO NIÑO


Un pequeño niño estuvo dormido por largo rato, al despertar no sabe si es un sueño o una realidad, pero se dispone a abrir bien los ojos y de pronto se da cuenta que ha despertado en una hermosa ciudad de aguas cristalinas y personas sin igual, y casi sin aliento por ese hermoso esplendor se dispone a caminar, denotando así una despampanante ciudad de belleza sin igual, luego bajo la tierna mirada de la virgen el pequeño niño observa un hermoso amanecer el cual cierra con broche de oro al recibir el anochecer. Él pequeño niño se da cuenta que no es cualquier ciudad sino de Lebu de sus amores, una hermosa ciudad de Chile en donde tiene mil amores, amor por su tierra, amor por su mar, pero sobre todo amor por su dulce hogar.
Tony

083.- LOS HERMANOS QUILEMPÁN


Dedicado al escultor Ildefonso Quilempán, 1985-2017
   
La última vez que los hermanos Quilempán vieron a su padre, fue navegando río arriba en un pequeño bote de madera que había sido construido por él. En este largo viaje solo carga sus viejas  herramientas que usaba para tallar la madera. 
Desde la lejanía unos gritos infantes resonaban con el eco que producía el agua.
Adiós Padre, adiós, mientras la vieja embarcación se desdibujaba en la lejanía
Los hermanos Quilempán decidieron jugar chueca junto al “Marte” y el “Rayo”, mientras esperan, algún día, encontrarse con su padre.

Gongo


082.- UN SABIO CONSEJO


Caminando por el cementerio me encontré con un payaso, entre tanta payasada que hablamos no olvidaré su sabio consejo: “La Risa menos temida da más vida”.  

Gongo

081.- LA ETERNIDAD DEL CARBÓN EN BOCALEBU


-¿Te acuerdas vieja cuando vivíamos en Lebu?   
Se miró saboreando la sal de sus manos esa madrugada mientras sentía que la belleza y frescura de los árboles le atraían olores de esperanzas.
Siguió su caminar casi lento, a sus años no necesitaba apuro, todo ya estaba consumado, pero él insistía en regresar a ese lugar por la ruta del llamado Parque del Carbón…
-¿Otra vez viejo vas a esos tiempos? Él la miraba en silencio y alzaba su mano despidiéndose con una sonrisa…
-Te prepararé tu manche viejo, lleva algo para comer siquiera.- Ya había salido don Heriberto en su recorrido sin tiempo por las calles del carbón hacia Bocalebu.
Aquella explosión lo tiñó de sangre negra que continuaba recorriendo en su ser. Nada era más escalofriante que triturar los sueños con el grisú.
-Ahora estamos en la eternidad, viejo.
Artemisa

domingo, 4 de marzo de 2018

080.- BAJO ALGUNA LÁPIDA

Para ti que me olvidas con odio.
No me ignores, no soy tu conciencia pero soy algo así como tú tristeza, esa que olvidas
botar y se acumulan trayendo llanto, desesperación entre otras cosas… veo que has cambiado pero no puedes deshacer del todo de mi, te veo pequeña y menos insignificante.
Adelante da tu mejor esfuerzo, llénate de cosas para suplantar lo perdido y lo que por derecho es tuyo, adelante que yo estaré en un rincón esperándote.
Vamos, anda vuelve a disfrazarme con ridículos atuendos y extraños accesorios, ven  intenta ocultarme para luego volver abandonarme entre los cuerpos ya muertos de algún  recuerdo sellado bajo alguna lápida, hazlo porqué aquí estaré sentado con la sonrisa  pintada bajo unos labios tristes, fríos pese al rojo vivo en ellos, estaré acariciando mi  nombre en la lápida esperando a verte pronto, esperando aquel cariño que ocultas...
Aunque me entierres con odio, yo te recuerdo con cariño.

 BlueSheep

079.- MIRANDO LAS ESTRELLAS

Tumbado en la lápida que lleva tu nombre, no sé si son las lágrimas que salen de mis globos oculares o si son las estrellas del cielo, pero unas pequeñas luces resplandecen a la distancia. Tampoco sé si esas cruces del cementerio simbólico que creamos antes de tu despedida sean reales, quizá sólo sean reflejo del cielo, como en el mar, los espejos naturales de la Tierra. Tal vez los cementerios son los espejismos de la vida, y las estrellas sus luciérnagas.
Thomas Walker

078.- EXTRANJERO

Con las maletas bajo el brazo, y los sueños dentro de ellas, me embarco hacia al muelle que hay en Lebu. Las olas rompen con tranquilidad en las rocas repletas de humedad y musgo.
Me dirijo a la dársena en donde se encuentra mi embarcación y subo para navegar por el mar chileno. El horizonte torna naranja y azul en el cielo. Pocas estrellas aparecen junto con la luna creciente. La gente camina tras de mí, volviendo a casa. Yo pretendo ir hacia el mismo lugar.
Thomas Walker

sábado, 3 de marzo de 2018

077.- LA DESPEDIDA

Aquella tarde viajé hasta el cementerio simbólico. Iba vestido  con mi disfraz  de payaso. Estuve a solas un buen rato acariciando recuerdos. ¡Se fueron tantos amigos de los que no me pude despedir! En este pueblo repartí mucha alegría. Mis presentaciones hicieron reír a tantos que, sin darme cuenta, un día perdí el nombre. Los vecinos comenzaron a saludarme solo con una sonrisa. Ahora soy yo quien  se va. No hay remedio. La capital es la única solución para estos pulmones  que se resisten a continuar conmigo. No volveré a ser payaso. No para otras sonrisas ajenas  a esta tierra. Aquí queda el artista. Aquí pudiera hacerse una tumba con mi nombre. De alguna forma, cuando salga de Lebu, también habré desaparecido. 
Raíz de Ceiba

viernes, 2 de marzo de 2018

076.- 27 DE FEBRERO


Cada mañana sobre el brasero, unas tostadas a medio quemar emanaban un aroma inconfundible. Sobre una esquina la tetera comenzaba su ebullición exacta para unos mates calientes que mi padre disfrutaba antes de ir a trabajar. Sus manos torpes y endurecidas por el trabajo, el sol, el frío y los años, marcaban sus estragos, sus ojos se perdían entre la incertidumbre y la duda de que si ese día sería diferente o igual a todos los otros. Se levantó despacio y cogió una taza, me acerqué a él y lo acompañé en el silencio. Mi voz se ahogaba frente a ese hombre, quien jamás dijo nada desde que mi madre había fallecido, y ya han pasado 8 años desde aquel suceso. Como buen pescador amaba la mar, pero nunca le ha perdonado que le llevara a su esposa y le arrancara sus sueños.
Tulipanes de Papel


075.- LA DESPEDIDA


Es la última vez en mucho tiempo que tendremos la oportunidad de ver este mar y podremos pescar en el muelle juntos, queríamos que nuestra separación fuera algo que en verdad disfrutáramos y no una simple noche bebiendo. Desde niños hemos venido aquí, algunas veces con más suerte que otras, pero siempre con el mismo entusiasmo y alegría de pasar un rato juntos. El día en nuestro amado Lebu esta nublado como si supiera lo melancólico que nos resulta que cada uno tome caminos tan distintos para estudiar lejos de él. Algo jala una de las cañas y todos ayudamos para intentar sacarlo, finalmente nos gana y caemos al agua, reímos y ese momento se vuelve una promesa de que algún día nos reencontraremos aquí de nuevo.
Tamaro H.G.

074.- EL PONTAZGO DE LA CAVERNA BENAVIDES


Del fondo de la cueva salió un hombre, todo de negro, con un ojo blanco. Los montoneros supieron que era el brujo.
-Vicente, amigo mío, mal se te ve.
-Son semanas de huir, acosado por los insurgentes. Si los tuyos no me dan paso para escapar por esta Salamanca, antes del amanecer seremos descubiertos… y fusilados.
-Sabes que solamente daré paso a quien pague el pontazgo. Y no es con maravedíes que lo pagarán.
-Traigo tesoros, brujo. Conozco las normas. Tres aperos de plata pagarán por mí y mis dos oficiales, y nueve arrobas del vino más fino, una por cada soldado.
Los soldados se miraron entre sí, consternados.
-Don Vicente, mientras le esperábamos hemos bebido de aquel vino. No quedan ya sino ocho barricas.
Benavides frunció el ceño, sacó la última carga de pistola que les quedaba y la lanzó al suelo.
-Por glotones, decidirán ustedes quién se quedará –anunció, entrando a la cueva.

Sebastián

jueves, 1 de marzo de 2018

073.- UNA ESPAÑOLA EN LEBU


Todos somos de algo o de alguien, puede que quizás lo ocultemos o lo disimulemos, pero el espíritu de pertenencia y el de pertenecer ha acompañado al hombre desde su existencia, es por eso que nunca me he sentido forastera en ningún lugar, jamás permití que mis huellas se sintiera extrañas,  también fue por esto que cuando llegué a esta tierra, me dediqué a conocerla a ella y a sus gentes,  sabía que esta no era una estancia transitoria, había llegado aquí por trabajo, pero me quedaría por amor a un tierra bañada en mar con sabor a minería, lo supe desde que llegué al mirar su faro al anochecer, allí comprendí todo, mi vida había estado guiada para llegar a hasta ese puerto, era precisamente esa luz la que le faltaba a mi vida, ese destino a donde llegar, porque estoy y estaré en Lebu…
Princesa Íbera

072.- LA PIEDRA


La carga era más pesada de lo que aparentaba, aunque no por eso iba a faltarme fuerza, incluso si ya había usado mucho de ella. Sin embargo, lo que no había previsto era que las olas fueran tan poco gentiles con mi causa, de modo que me atrasé. Pero no pasaba nada, pues todo podía proseguir según lo planeado.
La caverna Benavides lucía como la recordaba: oscura y llena de rocas. Me dirigí a la piedra que tantas veces había examinado y dejé que ella se ocupara de proteger al cuerpo y de embellecer su terrible condición. Me despedí con una simple mirada y con la mente llena de recuerdos.
Al salir, el Sol naciente me recibió y yo no pude hacer más que abrazarlo y respirar el aire que traía el nuevo día.
Júpiter Menfis