Peel Ankala
Protegida por gigantescos roqueríos,
atalayas eternos que vigilan el mar, cavernas milenarias que se trocan por
oídos, transformándose luego en gargantas taurinas, adiestradas, para alertar.
Por su perpetuo desvelo, las cuencas
penden vacías, y cuando nadie las ve, al amparo de la noche, estas enormes y
pétreas pupilas, patrullan inmóviles hasta el amanecer.
Y en las entrañas de la tierra, en
la densa oscuridad, aun permanece el ondulado y fecundo vientre, que por años
ha ofrecido, no sin sangre, su negro mineral, impulsando otrora el progreso de
esta histórica ciudad.
Lebu,
enclavada en la provincia de Arauco, audazmente, niégase menguar, logrando
amalgamar a través de su historia, una heroica y patrimonial galería: El bravo
e indómito araucano, el valiente y sufrido minero, el vigoroso y auténtico
campesino, el intrépido y esforzado
pescador.
Jóvenes Lebuenses, con coraje, y sin desmayar, cuiden vuestra ciudad.
Un hijo del carbón.
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