miércoles, 9 de octubre de 2013

23 TIEMPO PARA REÍR, TIEMPO PARA LLORAR

Chapetas
Juan y su hijo Manuel, de 17 años, regresaban de Concepción a Lebu al amanecer y ambos estaban ya cansados porque circulaban con mucha niebla, pero por fin estaban llegando a casa. De pronto el automóvil se salió de la carretera y volcó, quedando con las ruedas hacia arriba; el joven salió por la ventanilla con facilidad comprobando que estaba ileso, pero Juan estaba atrapado por el volante y pedía ayuda, mientras que a Manuel, al verse a salvo, le daba un incontenible ataque de risa. Su progenitor seguía clamando auxilio entre gritos, su retoño continuaba con las carcajadas en aumento y aparentemente sin intención de cambiar de actitud. Cuando el hombre ya desesperado, empezó a lamentarse a voces por haber engendrado semejante descendencia, el hijo por fin consigue sobreponerse y sentenciar: “Lo primero es la risa padre, aunque después pese”.

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