Jaime G.
En la bruma del tiempo olvidado en el ayer,
Leuvu, el río padre quien le dio vida a la vida, se tiñó de sangre y
sufrimiento cuando el hombre quiso por la violencia dominar al hombre, su
hermano.
Fue tal la desilusión provocada por sus hijos,
que un grito como ninguno antes escuchado surgió de las montañas donde el
nacía, recorrió su cauce con gran furia destructiva y explotó en el mar con
olas de tempestad.
La explosión fue tal, que las almas con odio se
calcinaron hasta convertirse en carbón y fue destruida toda posibilidad de
rencor entre los hombres.
Los sobrevivientes, por temor nunca más
nombraron al padre por su nombre y le dijeron Lebu.
Fue tanta la energía liberada por esa furia que
los astrónomos contemporáneos hurgando el infinito han encontrado en el espacio
evidencias de aquel primer estallido; el cráter Lebu sobre la superficie del
planeta Marte.
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