Pablo del Mar
Sigue
esperando allí, donde tropieza el bosque y canta el mar la canción de los
vientos, allí donde naufragan las botellas sin mensajes que abandonan marineros
y sirenas, allí donde se mojan y se secan tierra y agua bajo el brillo del sol
y de la luna…
Tiende
su cuerpo lacio y te devora el alma. Desnuda, a cielo abierto, con su cadera
rubia y el deseo salado de sus besos.
Ya ni se desde cuando soy su amante. ¡Tantos
tiene! Que hay que llegar temprano a Lebu o irremediablemente te quedarás sin
ella.
Cuentan
que Pablo, el gran Pablo Americano, solo por darle celos -mientras la
recordaba- dijo versos y loas a Isla Negra… Pero ella es tan mía y tan de nadie
que ni lo tuvo en cuenta.
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