Addín
Caminaba por la
playa Millaneco, después de atravesar una cueva. Me senté en la arena y vi a una muchacha corriendo
con su mp3. Al pasar, se le cayó algo y corrí a recogerlo para dárselo. Era un
libro pequeño de la biblioteca municipal de Lebu, contaba la historia de
Benavides, un hombre que escondió un tesoro, que muchos han buscado. La llamé,
pero no me escuchó y decidí leerlo. Enseguida volvió al lugar mirando a todas
partes.
– ¿Buscabas
esto?
– Si, se me cayó.
– Te llamé y no me escuchaste.
– Estaba entretenida, gracias.
– Me
gusta la historia de Lebu, soy cubano y vine a conocer.
– El lugar es
mágico. Me dijo y le creí, en veinte minutos había encontrado mucho de que
enamorarme. Me llevó a una piedra que hacía un ruido como un toro y allí le di
el primer beso.
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