viernes, 25 de octubre de 2013

42 EL ACOMPAÑANTE

Mitómano

Cada tarde solía pasar por el lugar, próximo a la Plaza de Lebu, cuando tras un día de fierros y grasas de vehículos, emprendía rumbo hacia su hogar. Dos o tres jovencitas – algunos días una que otra no tanto – solían cubrirlo con su mirada, como invitándolo a pasar. Dentro la música tropical parecía inundar una gran habitación para escaparse por el estrecho pasillo.

Ocurrió que un día, rendido como siempre ocurría con los viernes, una de las jóvenes lo invitó para que lo acompañara. Tardó un instante en darse cuenta que era él a quien se dirigía. Era obvio que su color oscuro de su origen africano lo que lo hizo dudar. Turbado, aunque muchas veces había soñado con aquello, sólo se dejó llevar. Y así continuó ocurriendo cada viernes.  A fin de año le entregaron el diploma como el mejor acompañante de la academia de baile. 

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