Juanjo Perz
Sin saber de
donde venia el calor repentino que derretía el frió glacial dominante de su
alma, se toco la mejilla ardiendo de pasión y se pregunto si aquella mujer, era
o no, la culpable del beso que olvido antes de despertar, una vez mas, junto al
sol en las playas de Lebu.
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