Pablo Mármol
Allí está el gorrión, aleteando contra su ventana. ¡Lebu!
¡Lebu…! Clama él, inconsolable. Mira con pavor el vestido vacío para siempre.
Se para en el umbral de la ventana. El gorrión trina invitándole a un vuelo
inexorable. Entonces, él, abre los brazos y lo sigue apaciblemente.
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