miércoles, 23 de octubre de 2013

37 CANSADO

Morpheus
Estoy sentado en aquel banco que usualmente visito para observar pasar la gente y de vez en vez alimentar los pajaritos, generalmente gorriones y palomas, que libremente vuelan por la plaza de mi querido Lebu. Mi tablero de ajedrez, que me ha acompañado en los últimos 40 años, aún estaba en su lugar, esperando una jugada. Pero, ¿con quién estaba jugando? No lograba recordar. De pronto, un pasante con actitud conocida se detiene, observa el juego por unos tres minutos sin inmutarse que estoy buscando su mirada para entrever su intención y rompe el silencio realizando una movida de jaque mate. Sonríe, coloca su mano sobre mi hombro y me dice: “Hoy gané yo. ¡Tú turno ya llegará!”. No alcanzo a razonar sobre lo recién acontecido cuando de un golpe me despierto. He ahí yo, junto a mi traje viejo de neoprén, esperando la aurora para salir a mi querido mar… 

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