Arthur P. Grimes
Fue
en Lebu donde el viento fue a esconderse entre las ramas de los árboles, fue
allí donde el canto del pájaro de la madrugada se quedó prendido sobre los
tejados de la ciudad, fue allí, no más lejos, junto al río que va a descansar
al mar, donde una estrellada noche de primavera un soplo procedente de las
montañas , trajo un dorado polvo que la brisa del valle arrastró, impregnando
toda la villa, de uno al otro rincón, como áureos copos de estelas volaron
cubriendo avenidas, parques y plazas por igual. Todos dormían en aquel preciso
instante, salvo un pequeño ruiseñor que sobre los tejados de la iglesia
esperaba al amanecer. El pajarillo remontó su vuelo hasta una elevación
cercana, sobre un amasijo de rocas descubrió una montaña de oro, como un
bruñido serrín sobre el que una nube soplaba y soplaba esparciéndolo por
doquier, una estrellada noche cualquiera.
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