Bilbo
Comenzaba
a descongelarse el tejado, era hora de revisar si el periodo invernal había
causado algún daño.
Para
su sorpresa o el invierno había dejado, o los rayos del sol habían traído una
pequeña gatica y la habían colocado en la
parte más alta de la casa de Fabián.
Esto no sucedía comúnmente en la región de Lebu.
Se
acercó, la tomó en sus manos, caviló un instante y decidió:” mejor que llevarla a un refugio
para animales sería resguardarla en casa”. Esta fue su determinación final.
Era
la perfecta compañía para un obrero retirado
de las minas de carbón. Entonces súbitamente descubrió que la pancita de
la minina estaba algo abultada. La primavera anunciaba un alumbramiento.
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