miércoles, 16 de octubre de 2013

26 EL EXILIO

Galia
Prohibieron mi nombre, sellaron mis labios, maniataron mi mente, y me sentí perdido,  sin destino. Decidí tomar otro rumbo,  recorrí lugares, crucé ríos.
La cordillera se alzó imponente y me desafió. Acepté el reto,  me adentré en sus paredes,
y  escalé sus muros escarpados. Ya, del otro lado, encontré un bosque y busqué reposo; en un sitio, Lebu, en la araucaria, erguí mi refugio.
La caverna se convirtió en mi lecho, en mi protección.
Dormí en cuna de piedra,  el viento trajo voces mapuches que arrullaron mi sueño.
El fuego dio luz y elevó el termómetro en invierno, un surco de líquido tenue del Leufú refrescó mi sed, en otoño, el estío me despertó en  las arenas blancas, junto al mar.

Pero el hombre escuchó mi grito triste, me encontró durmiendo, solo cubierto con el horizonte, me abrió los ojos, me besó y me regresó del exilio.

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