"A solas" por Madame Layla
Sin duda, esa era una noche serena. Las manos teñidas del rojo vivo de la sangre, el silencio, la soledad, el vacío y una extraña sensación de tranquilidad que se transformaba en sonrisa en su rostro. Quizás, después le echaría de menos. Quizás, anhelaría nuevamente su compañía, los atardeceres juntos en la playa Lebu. Por ahora, le era más que suficiente el calor, casi extinto, del fuego que hubo recientemente en la chimenea. El reflejo de la luz del cuarto del lado y el juego de sombras que formaba en la estancia. El filo del cuchillo cómplice de la noche. El cuerpo inerte de la que había sido su amada y una copa de vino.
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