"¿Acaso existen las casualidades? por Henry
Un día se marchó dejándome una nota diciendo que no aguantaba más la presión y que se iba a la ciudad de la luz, que le habían ofrecido trabajo en una galería de arte. Así que, dejé de ser su musa, dejé de ser su "Gala".
Nos reencontramos unos años después una noche en aquel garito de París, yo, que nuca había creído en las casualidades.
Entonces nuestras miradas lo dieron todo, lo que habían estado callando en silencio. Me abrazó, buscó mis labios desaforadamente y me besó con esa constancia conocida. Entrelazó mis manos con las suyas, apretándome contra él. Noté su creciente deseo. Salimos de allí a toda prisa. No regresé a mi hotel, nunca regresé a Lebu.
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