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am. y Juan ya está en pie, se toma unos mates amargos, mira a sus niños, se
despide de su vieja quien le repite que se cuide, que la mar está brava. La besa
en la frente y se va. Llegando a la playa sube a la lancha y mientras se aleja
observa las casas, el pueblo de Lebu, mira el faro, él siempre mira el faro,
saber que lo esperan de vuelta le da ánimo y le reconforta el corazón. Juan
tiene miedo, nunca lo dice, nunca lo demuestra, pero sabe que vive una aventura
a muerte en el mar, el faro le recuerda que se empieza a distanciar en las
mañanas y por las tardes le muestra que se acerca al hogar, cuando Juan lo
divisa el corazón le late, un nudo invade su garganta, esboza una sonrisa leve,
está cerca, llegó sin novedad.
Daniela Paz
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