Todos
los días a las seis de la tarde el loco Gerónimo llega a la caverna Benavides,
a veces en sus manos trae un par de flores que roba de
alguna casa, otras se viste de gala y espera sentado mirando de frente al mar.
La gente del pueblo lo conoce, sabe su rutina. Si por ahí un afuerino se
intriga con la historia del loco Gerónimo se da por informado que su cita es
con un amor del pasado, un amor que el mar en esa caverna donde solían citarse
se llevó, el mar bravo que le arrebató el corazón y la sensatez. Lo que la
gente no sabe es que el loco Gerónimo puede sentir a su amada, el rugido del
mar son las palabras de amor, las olas que lo mojan los abrazos pendientes, y la
brisa que lo roza los besos que no pudieron darse.
Daniela Paz
CAVERNA BENAVIDES IMPOSIBLE NO IMAGINAR HISTORIAS DETRÁS DE ELLA
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