Desde
lo alto del faro veo en la lejanía un barco tapado por la niebla del mar. Saco
mis binoculares para tener una vista más nítida. Nadie se asoma en cubierta. Le
hago señales al barco, pero nadie contesta. “Desearía estar en mi Lebu, en mi
casa, con mi esposa”, pensé. De repente algo sacude al
faro, mis manos tiemblan un poco. Bajo a la base para ver si todo está bien.
Algo me golpea en la nuca y caigo por las escaleras.
Desperté
en la cubierta de un barco extraño. Ojos rojos y sanguinolentos me miran
fijamente, a lo lejos veo a Lebu en todo su esplendor. No volveré a ver a mi
esposa. La tripulación no me deja huir, me aleja poco a poco y me pierdo en las
entrañas del mar. El alma se me escapa y parece que la muerte está cercana a
mí.
Octavio Lorens
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