viernes, 23 de diciembre de 2016

021. SERENA

Mi madre me decía que, según una leyenda de Lebu, los bebés nacidos en la playa eran bendecidos con magia. En cuanto mi vientre se rompía de súbito en un dolor lancinante, supe que la luna que yo cargaba por nueve meses estaba en busca de un nuevo cielo. Mi hija tenía ganas de asomar y sentir en su pequeñito rostro la brisa con olor a sal y algas dulces. Sentí que mi sangre se desvanecía por mis piernas como un pulpo rubro, pero sólo recordaba las palabras de mi mamá: "los ojos de esos niños son teñidos con el color de la primera cosa en que se posan". En el momento que pude sostenerla junto al pecho, lloré: sus iris estaban multicolores, como dos preciosas joyas. En la arena, una constelación de estrellas amarillas , púrpuras, naranjas, platas rosadas, celestes y esmeraldas. Mi serena ya traía el encanto al mundo, y a mí.

Júlia Castell

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