11.- "Adiós a Lebu" por Estela Sabán
La frágil luz del amanecer le susurraba “para qué”, mientras
la bruma fría le traspasaba el pecho aún dolorido por la tragedia. Vaivenes del
alma. Sereno ante el horizonte quieto y lejano, con un sol brillando amable en
el ocaso; y al rato, esa calma sin noticias, lo agitaba más que el viento de
Lebu a sus gigantes. Una tarde en que miraba resignado sus manos aún vacías, se
le reveló el diálogo que le aguardaba con el mar. Ese viejo mar ya no repartía
pescado como lo deseaba El Poeta. Tampoco parecía querer escuchar, pero el
pescador se impuso al rugido de la bestia azul y le dijo que volvería, que no
lo creyera débil por abandonarle. El mar no podía dudar. Desde su historia
sabía, que el corazón de Lebu, lo llevan sus pescadores tallado en las manos, y
que en sus profundos surcos está escrito su regreso.
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