Como
dijo Neruda, un niño nos mira. Me observas, te escucho, más que nunca, mis ojos
exhalan lo que siento. Te das cuenta que aquel niño, así como hoy, ha sido
espectador de historias infinitas, los esfuerzos de los mineros, los lamentos
de Eliana, los paseos de novios y ahora, contempla como nos besamos sin
besarnos. Y es que, si hablara, podría declamar, narrarnos, la eterna sensación
bajo el cobijo del techo azul, las risas jolgoriosas de los pescadores, la
alegría de su gente que al igual que tu muchacha, hablan con la sonrisa y
escuchan con los ojos. Te vas y me le quedo mirando, contento, sonriente, él y
yo sabemos lo que existe a nuestro alrededor, él y yo existimos a los ojos
caminantes, el más que yo, reúne las historias, el alma de una Ciudad infinita.
Matías Nadie
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