El
río Lebu, sabio desde su origen, tiene muchas historias por contar. Dos
espíritus en disputa por sus codiciadas bondades: Pikún-Kuruf, viento norte
destructivo que trajo fuertes tormentas y Waiwén, viento sur favorable que
defiende hasta hoy el lugar. Ambos libraron una lucha a muerte, siendo Lebu la
frontera de paz entre los indómitos mapuches y la naciente nación chilena. Refugiando
monjas y realistas en sus años dorados.
La
mocha fue tan grande que desprendieron un trozo de territorio que originó una
isla y creó cuevas en su interior.
Ahora,
Pikún-Kuruf se cansó. Cumplió su cometido, expropió tus bondades, arrebató de
tus entrañas tu oro negro; no te quiere, no te desea. Pero Waiwén sigue ahí, evocando
recuerdos de años dorados. Tu isla mocha y sus cuevas, testigos de tu soledad,
te acompañan al compás de su aliento.
Conciencia
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