jueves, 19 de diciembre de 2019

023.- EL COLLAR DE CARACOLAS


Al final de su vida ella quiso que le pusiera su collar de caracolas y no se lo sacó nunca mas. Eran caracolas recogidas por todas las playas de su lejano Lebu. Unas eran de Chimpe y Morhuilla, otras de Playa larga, Millaneco y Bocalebu y otras no menos bellas provenían de misterios ojos de mar  que solo ella conocía. Eran caracolas nacaradas, azulencas, rosáceas, negruzcas y blancas; algunas conservaban pequeñas algas petrificadas de mil años y todas guardaban el sonido del mar. Ella se las llevaba al oído y sabía de qué playa provenían… sonreía y su mirada se llenaba de dichosa  nostalgia. Se fue con la mas preciada joya pegada a su pecho ya inmóvil y supimos que eso era lo que ella quería.
Amada mía, volviste a tus playas por la eternidad.
Neftalí

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