martes, 31 de diciembre de 2019

027.- LEUFU


Tirados a orillas del río que dio nombre a la comuna, Isabella y yo tomamos mate y conversamos sobre la belleza del lugar. La conocí hace unos meses en Río de Janeiro, ambos estábamos de vacaciones y nos enamoramos. Ahora estamos en la tierra de Gonzalo Rojas y Gabriela Pizarro por cuestiones laborales, quizás abandone Buenos Aires y me instale definitivamente en Lebu. Ella me sigue, no tiene objeciones, es una mujer libre y resuelta que vive el día a día. Su piel negra casi azulada llama la atención de los lugareños. Un pescador borracho le dice un piropo subido de tono cuando me alejo algunos minutos.
Soy escritor y creo que Lebu es el sitio perfecto para inspirarme. Es una ciudad mágica que irradia tranquilidad. Un paraje adecuado para desposar a la jovenzuela brasileña y olvidarme del mundo y su frenética locura. Hasta creo haber visto una sirena coletear entre las olas espumosas del Leufu.
Trisha Armstrong

026.- MUJER DE LEBU


Sentados en la fuente de El Niño Pez, conversamos sobre un libro. Una novela de Vargas Llosa que atrapó nuestro interés. Entre críticas y cambios de ideas, no puedo desviar la mirada del escote de mi amiga. Sus pechos parecen querer romper la tela que los contiene e irrumpir al sol de enero. Siempre deseé a Marcela, siempre fue y sigue siendo mi deseo más íntimo y ardiente. Me toma de la mano y habla:
-¿Qué pensás?
-En vos.
Silencio. Me mira asombrada.
Se para y se marcha sin pronunciar un adiós.
No supe más de ella. No volví a cruzarla por las calles de Lebu ni de ningún sitio. Sólo la veo en recurrentes sueños (pesadillas durante la vigilia). Nunca más pude leer al peruano y aborrezco el nombre Marcela.
Una mujer es capaz de dar a luz pero también de apagar este mundo. Una mujer contiene al diablo en su interior.
Trisha Armstrong

viernes, 27 de diciembre de 2019

025.- EL NIÑO PEZ


Como dijo Neruda, un niño nos mira. Me observas, te escucho, más que nunca, mis ojos exhalan lo que siento. Te das cuenta que aquel niño, así como hoy, ha sido espectador de historias infinitas, los esfuerzos de los mineros, los lamentos de Eliana, los paseos de novios y ahora, contempla como nos besamos sin besarnos. Y es que, si hablara, podría declamar, narrarnos, la eterna sensación bajo el cobijo del techo azul, las risas jolgoriosas de los pescadores, la alegría de su gente que al igual que tu muchacha, hablan con la sonrisa y escuchan con los ojos. Te vas y me le quedo mirando, contento, sonriente, él y yo sabemos lo que existe a nuestro alrededor, él y yo existimos a los ojos caminantes, el más que yo, reúne las historias, el alma de una Ciudad infinita.
Matías Nadie

jueves, 26 de diciembre de 2019

024.- LA VOZ PÉRDIDA EN EL VIENTO


El río Lebu, sabio desde su origen, tiene muchas historias por contar. Dos espíritus en disputa por sus codiciadas bondades: Pikún-Kuruf, viento norte destructivo que trajo fuertes tormentas y Waiwén, viento sur favorable que defiende hasta hoy el lugar. Ambos libraron una lucha a muerte, siendo Lebu la frontera de paz entre los indómitos mapuches y la naciente nación chilena. Refugiando monjas y realistas en sus años dorados.
La mocha fue tan grande que desprendieron un trozo de territorio que originó una isla y creó cuevas en su interior. 
Ahora, Pikún-Kuruf se cansó. Cumplió su cometido, expropió tus bondades, arrebató de tus entrañas tu oro negro; no te quiere, no te desea. Pero Waiwén sigue ahí, evocando recuerdos de años dorados. Tu isla mocha y sus cuevas, testigos de tu soledad, te acompañan al compás de su aliento.
Conciencia

jueves, 19 de diciembre de 2019

023.- EL COLLAR DE CARACOLAS


Al final de su vida ella quiso que le pusiera su collar de caracolas y no se lo sacó nunca mas. Eran caracolas recogidas por todas las playas de su lejano Lebu. Unas eran de Chimpe y Morhuilla, otras de Playa larga, Millaneco y Bocalebu y otras no menos bellas provenían de misterios ojos de mar  que solo ella conocía. Eran caracolas nacaradas, azulencas, rosáceas, negruzcas y blancas; algunas conservaban pequeñas algas petrificadas de mil años y todas guardaban el sonido del mar. Ella se las llevaba al oído y sabía de qué playa provenían… sonreía y su mirada se llenaba de dichosa  nostalgia. Se fue con la mas preciada joya pegada a su pecho ya inmóvil y supimos que eso era lo que ella quería.
Amada mía, volviste a tus playas por la eternidad.
Neftalí

martes, 17 de diciembre de 2019

022.- METEORITO


Doce mil millones de kilómetros de vasta sopa intergaláctica de partículas cósmicas, neutrinos, radiación electromagnética y materia y energía oscura. En el centro, el Sol, flotando y haciendo girar todo. Planetoides, cinturones de asteroides, cometas y ocho planetas adornados con sus respectivos satélites, cada uno de su padre y de su madre. Chatarra, estaciones y sondas espaciales a punta pala...Y precisamente tiene que caer  uno de los 1.445 meteoritos que caen diariamente sobre el capó de mi coche nuevo, justo cuando estoy esperando a mi novia estacionado en el Parque del Carbón, dispuesto a fardar por las calles de Lebu...
¿Vasto sistema solar? ¿No es Chile lo suficientemente grande?
Malditos sean los perihelios que se mueven.
Aunque, bueno... se ha quedado una noche la mar de buena.
Voy a pedirme un charquicán...
Ebony Salazar

lunes, 16 de diciembre de 2019

021.- BENAVIDES


Adéntrate, quita la piedra que impida el paso que te espero. Guarda tus secretos en mi cálido macizo. No eres un extraño Benavides, te pareces a mí y  esperaba con paciencia. Recontando las olas que resuenan la melodía efervescente, refrescando mi imponente creación. Tú y yo sabemos que este día iba a venir, andas cargado de joyas pero también portas las botas pintadas de sangre y destrucción, de calamidades y victorias. Mira arriba como estaba brillando la gruta para indicarte el camino, me decían allá viene Benavides, se quedará aquí contigo. La oscuridad que no le atrinchere el alma, que los recuerdos no lo inunden  de desvelos, que la brisa no lo envíe a  otra legión, ni los peces le revelen tu furtividad y tormento.
Dra. Lee

viernes, 13 de diciembre de 2019

020.- LINAJE OPORTUNISTA


Cuatro idiomas y dos carreras, no la inmunizaron contra la cesantía, ni la desesperación. Por eso, cuando conoció al solterón de seguridad desplegó tal carnaval de seducción que desató en el pobre un torrente de endorfinas que nublaron su reputado buen juicio y pusieron, en un descuido imperdonable, el plano de la caja fuerte en sus manos. Desde entonces se suceden las carrerillas desde el comedor a su cuarto cargando linternas, cronómetros y ropa negra, siempre cabizbaja, evitando la mirada escrutadora de su abuela que la observa desde el severo retrato en lo alto de la pared, adivinando su intención, fascinada con los preparativos del plan que ejecuta con precisión de relojero, rememorando, conmovida, que también ella le torció la mano a su mohoso destino de esposa complaciente escapando en el mismísimo portaequipajes del pintor itinerante que la inmortalizó en ese cuadro, en la Cueva del Toro, con un gesto adusto que supo disipar cualquier sospecha.
Eva

019.- ALMAS EN PENA


Susurra el viento en una lengua antigua, elevando a las gaviotas que le siguen, ruidosas, en su peregrinaje sobre el río de plata.
—Luefú—silba, agitando sus aguas, presintiendo los hombres la misteriosa presencia que cabalga, por doquier, glacial, y que les obliga a subir solapas para disimular el escalofrío, y persignarse a la carrera, agoreras, a las mujeres piadosas. Los chiquillos, inquietos, corren a sus casas buscando refugio entre los aullidos miedosos de los perros, y el nervioso aleteo de las gallinas en los patios. Cada ocho de octubre se levantan, al caer la tarde, apartando los pesados túmulos de piedras ancestrales, las atormentadas almas lafkenche segadas por el dominio del territorio, elevándose, justicieras, entre el murmullo de las conversaciones apagadas que se cuelan junto al humo de las modestas chimeneas. Esta noche se revuelven las ascuas de la memoria, y el pueblo, mestizo, tragado por la oscuridad, siempre sueña lo mismo.
Eva

miércoles, 11 de diciembre de 2019

018.- SOLO LUZ


—Eres pequeño, pero grandes propósitos tendrás. — Dijo el gran sol.
—Papá, no quiero dejarte. —Dijo el destello.
—Al amanecer estaré contigo, al anochecer  madre luna velara por ti. —Respondió con voz solemne.
— ¿Dónde iré?
—A la tierra. A seres carentes de luz propia, les alumbro con mi luz. Pero mi tiempo es limitado, otros planetas y seres necesitan mi luz. Por eso madre luna, toma de mi luz, repartiendo en medidas cuando no estoy.
—Padre, si madre luna esta con ellos ¿Por qué enviarme?
—No es suficiente, hallaras personas enfrentándose al mar de noche a por sus familias.
Entonces el destello descendió viendo hombres perdidos sobre el oscuro mar. Miro a su alrededor encontrando así una torre, voló hacia ella y dejando ver su máximo esplendor iluminando el mar. Comprendió su propósito. Cada noche subía la torre iluminando a los navegantes, entonces ellos le bautizaron con el nombre de su tierra, el faro de Lebu.
Tomy Grafo.


lunes, 9 de diciembre de 2019

017.- LEBU TE ENAMORA


Lebu, ciudad de trabajadores apasionados, tierra de artistas artesanos. Lugar de cultura con su maravilloso museo del minero y lugar de pescadores tradicionales. Lugar donde cultivar tu mente, pero también tu cuerpo, gente sana de rica gastronomía que combinan con su pasión por el surf, de ahí su magnífica escuela de surf de la comuna. Lugar donde las brújulas y mapas no se usan, porque una vez dentro no te importa donde te encuentras, porque lo que quieres es no irte, solo te entran ganas perderte entre sus lugares, que has venido pero no querrás irse. Lebu, lugar de belleza, lugar donde los sin corazones se enamoran por primera vez, lugar de alegría que pinta tus días grises.
oculto D

016.- LOS COLORES y LA CARTA

Después de visitar la Cueva del Toro, Sharon, más ángulos que curvas y Brian, más curvas que ángulos tomados de la mano y de otras partes se instalaron, mejor decir se recluyeron en el cuatro estrellas ubicado en el barrio de moda de la ciudad pleno de bares y restaurantes.
A la mañana siguiente esperó abrazarlo y que la abrace. Cuando la vio. Sobre la manta. La carta.
La colcha mostaza y el sobre con la carta tenían manchas de ketchup de la tempestuosa noche anterior cuando ella, baby doll de desiguales franjas verticales verdes, negras y rojas y él con su flamante pijama con los mismos colores pero horizontales engulleron los súper panchos con vaso de Coca incluidos en el promo que compraron en el  azul verdoso quiosco de la calle que aunque se llamaba Bello, no lo era tanto.
El domingo, tempranito, salieron. Caminando. No tomados de la mano. Ni de otras partes.
lacroze13