Yo miraba por la ventana, el cómo los niños jugaban, la simpleza de este acto, y las hojas de los árboles en otoño que caían, al mismo ritmo de las palmas de los niños, al conjunto en que las personas de Lebu asomaban sus cabezas para observarlos.
Mis ojos se llenaron de esferas de agua que rodaban por los melocotones de mis mejillas.
Mientras recordaba que cuando niño, mi frase favorita era el mañana que viene hoy.
Pero, luego noté que el mañana era dolorosamente rápido, y yo melancólicamente atrapado en el hoy.