"Manuscrito en el hallef" por Llatha Yaku
Luego de su hallazgo, el científico sajón remontó el Pacífico hacia el norte, y acaso por una señal del destino o la profunda transparencia de la brisa, decidió quedarse en Lebu. Acampó cerca del río y continuó con sus anotaciones:
"El manuscrito hallado en la proa carece de rasgos que puedan ser avalados con la ciencia de Europa. Su soporte es la corteza de algún vegetal de la zona, que aún no se ha identificado. En cuanto al artefacto, se trata de una embarcación precaria, hecha de madera, cosida con fibras vegetales, que podría resultar útil para conocer la edad del mundo".
Así fue como el hallef fue depositado en el Museo Británico.
Nadie pudo explicar cómo, no bajo qué efectos, la nave retornó sin tripulantes a las coordenadas de sus aguas nativas, de donde -como sí saben los yamanas- entran y salen naves desde el principio de los tiempos.
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