jueves, 19 de septiembre de 2013

01 FUNCIONES DE UN CORREO ADAPTADO

Laila Saida

El buzón del joven del tercero seguía abierto y las cartas se iban acumulando como cada semana. El domingo desaparecían. Todo aquel montón de sobres con matasellos de procedencias indescifrables aparecían ante mis ojos como una provocación silenciosa. Quizás soplando un poco…Una postal cae. La recojo sin culpabilidad. Una playa, un mirador, una isla. Busco en mi bolso algún bolígrafo repleto de tinta. Sin dudar, adapto el destinatario eligiendo un receptor más agradecido, y con un movimiento empapado de elegancia la deslizo en el buzón contiguo. Se acercan unos pasos. El sonido de la puerta de entrada capta por unos segundos mí atención. Es Madame Diderot. “¡Bonjour!”, me lanza desde sus labios secos de simpatía. Frente a la mirada prejuiciosa de la casera abro mí buzón. Recojo una postal en la que busco temblorosa la procedencia. “Es de mon ami de Lebu, en Chile”, le digo en un francés inventado.

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