lunes, 23 de septiembre de 2013

04 AQUEL RAYADITO

Gamadiel Trébol

Tan solo una vez volando con locura, hipnotizando la distancia, un homenaje a su canto, al sonido de la brisa susurrando tras su paso  su cuerpo desnudo, lúgubre  una mañana calla su amigo orbe queriendo besar sus alas que clamaban volver a Lebu y volar con alas de gigante. Su pecho fugaz que solía viajar tras la primavera indómita, voló y voló sin que nadie lo detuviera, y al llegar murió así lo dicen queriendo ver las montañas que le vieron nacer, queriendo cantarle al forastero, queriendo llevar paz al perdido, queriendo abrir sus alas y cubrir al desamparado. Y una vez más al recordar a aquel rayadito que valiente venció la pobreza, el hambre y soledad, los niños de la cuidad siguen su ejemplo y  cantan himnos de amor al prójimo, las plazas engendran alegría y la cuidad cálida y pintoresca ve nacer el sol de  justicia y el amor.

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