Abro
los ojos como si estuviera en cualquier barrio de Lebu, para buscar no sé qué,
pero solo hay agua. En ella algunos
brazos y piernas inmóviles. Me rebelo y trato de nadar. A mis trece años tengo
más resistencia que los cadáveres que están flotando a mi lado. Entra agua en
mis pulmones, toso, pataleo y me hundo. Salgo de nuevo y vuelvo a
desaparecer bajo las aguas con las
palabras de la televisión del país vecino resonando en mi cabeza. Palabras que
decían que los niños son el futuro al que la humanidad se debe aproximar y en
quienes han de apoyarse si quieren sobrevivir, y hacerlo, eso si, cada vez con
más intensidad.
Fatiga
Excelente relato que muestra un drama actual. Muy bien logrado
ResponderEliminarBuen cuento, sin embargo el principio es un poco confuso y aún no entiendo su relación con el descenlace.
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