jueves, 28 de noviembre de 2019

015.- EL ESTORBO


Un niño que fue un “error” de sus padres, o al menos es lo que ellos sentían. Lo mandan a la cueva del toro a buscar un tesoro adentro de este y no podría regresar sin él.
Aquel niño ingenuo fue a la cueva a buscar el tesoro. Él sabía de la existencia del poco cariño de sus padres, pero tenía la esperanza que algún día cambiará todo esto y pensó que si llevaba el tesoro a casa sus padres lo amarían.
Al entra a la cueva vio muchas puertas donde podría salir, un hombre viejo vestido como si fuera 1800 le pregunta “¿Qué busca niño?”, el niño le responde que un tesoro para que sus padres lo quieran, el hombre le dice que vaya por donde está la luz porque ahí está el tesoro.
Llega a su casa y grita lo “encontré”. Solo ve a su mamá llorar.
Julietta Montesco

014.- CUEVA DEL TORO


Los ríos nos abandonaron, la lluvia se olvidó de nosotros y de los mares quedó la sal. Todos miramos al vaso más cercano y no había ni una gota de agua, se desvaneció una noche o, tal vez, no nos dimos cuenta de que se había ido poco a poco. Los días que siguieron estuvieron llenos de guerras sin sentido, muertes y mucha sed.
El último vaso de agua estaba en las manos de una niña, ella lo compartió y todos bebimos el recuerdo: los días felices en la Cueva del Toro, queríamos volver ahí y sonreír. Llegaron los helados sabor chocolate y el agua de sandía de mamá. Escuchamos el sonido de la lluvia y la vida en nuestro planeta. Nos tomamos de las manos y vimos nuestros labios secarse, la niña lloró mucho más, pero de sus ojos ya no nació agua y no tuvimos nada que tomar.
Cassandra de Córdoba

013.- PALABRAS EN EL VIENTO


El viento de la tarde resonaba fuerte, tan fuerte que soltaba palabras locas sobre nuestro encuentro, era un testigo más, y había oído cada palabra que salía de tu boca. Claramente no era mi mejor aliado, el viento no solo exclamaba aquellas palabras que me hicieron sentir frágil, sino que con audacia y sin reparo develaba hasta el mínimo detalle y así continuaba sin cesar, quería verme derrotado una vez más.
Traté de huir, corrí tan a prisa que no lograba discernir ni una sola sílaba, solo quería alejarme lo más posible, pero aquel viento era rápido y me envolvía con su resonar, duplicando aquellas palabras que sin piedad derramaste sobre mi rostro.
Estaba agotado y solo anhelaba el silencio, sin darme cuenta llegue al Mirador del Cerro La Cruz y tuve frente a mí un bellísimo espectáculo de atardecer, los colores y formas naturales me hicieron sentir pequeño, tanto, que ni el viento podía influenciarme.
 Catrileo


012.- AMADA


Reconocí en Lebu la mirada de la nube más perfecta. Hacía 1922, y a la muchachita de 15 años la esperaba en las afueras de su colegio, supliqué por meses que aprendiera a amarme y convencidos coronamos a la ciudad como la cuna de nuestro idilio (perenne).
Frente a las olas rondaban mis brazos por su cintura gélida mientras ella decía que me quería solamente con sus pies descalzos.
Para el final quedaron las cenizas en la arena de lo que fue nuestro entrelazo de manos.
Una caminata con su sombra convertía cien años de desdicha en nuestro ideal del cielo. Su piel, tersa y morena, rodeaba todos mis encantos y complacía mis más mesurados pensamientos.
Ya pasaba el lustro, su epitafio dictaba mal su nombre y el silbo embobaba completamente mi mirada. Sus ojos perplejos solamente yacían en una esquina de mi cabeza, aunque ésta ya estuviera desaparecida en lo profundo del océano.
Noailles

011.- EL TORMENTO


Le acariciaban sus pasos los árboles, como persiguiéndole. Le atormentaba más el hecho de que un día gris podría sucumbir, así arruinando su saco lleno de malos recuerdos. En el agobio de su pulso, se percató que el alma seguía expulsando sangre.
Preocupado, cesaba su ánimo, la pala pesaba aún más y la única opción que quería pensar era la de decaerse. Un otoño más pesado y a pocos kilómetros de Lebu, con eso le bastaba para desfallecer.
Analizó un tucúquere posado sobre la rama más cercana, el animal posaba su mirada inexpresiva sobre él, con las pocas fuerzas que le quedaban trató de ahuyentar al ser nocturno. Abrumado por su presencia, en un intento de tirarle el único utensilio que poseía a su disposición, acompañados con ráfagas, una bandada de búhos voló en dirección hacia su torso, sin ningún intento de liberarse, cedió a éstas a que arrebaten lo último que le quedaba: su vida.
Noailles


010.- ¿ESTARÁS CONMIGO?


Sobre la ciudad de los vientos en en el muelle de Lebu, Mercedes y Julio paseaban con la arena entre sus pies descalzos hablando que  harían con su vida en 10 años ellos como pareja julio pregunta:
- ¿Estarás conmigo?
Mercedes responde
-Sabes que no haría esto sola pero tengo un mal presentimiento-. mientras sentía como si los molinos de viento estuvieran girando dentro de ella.
 Así fueron caminando con aquellas preguntas pero al llegar al muelle vieron a dos jóvenes a lo lejos que intentaban escapar de un grupo de malandros Julio corrió hacia ellos tratando de ayudar porque no vio que eran muchos más y de pronto es lo último que ve y siente un calor arrasador  uno tras otro en todo el torso  mientras veía como pasaba su vida alado de Mercedes, ella en sus brazos su último aliento.
Aquella noche se registraron 3 muertes en Lebu uno de ellos era Julio.
Makeila