Acercó el revólver a su pecho, inhaló una última bocanada de aire y apretó el gatillo. La habitación se llenó de humo y del estruendo del disparo, más no sintió dolor ni vio pasar delante de él los recuerdos de toda su vida. Bajó la mirada y en medio de su pecho vio la nueva herida a bala aún humeante, pero al igual que en las otras ocasiones, por ésta no brotaba ni una sola gota de sangre u otro tipo de fluido.
Bajó la pistola y la guardó nuevamente en el cajón del velador.
-Será pues -se dijo. Se vistió con su camisa gris, se acomodó la corbata frente al espejo y se fue a ocupar su sillón en la alcaldía de Lebu-. ¡Total...! Mañana será otro día -pensó.
Clemente Carrasco
Politico sin corazon ni sangre en las venas nada nuevo
ResponderEliminarSimplemente genial. felicidades
ResponderEliminaresta muy hermoso, espero que ganes
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