Nunca
pude alejarme del mar ni aún cuando mi madre me insistió largamente en que
dejara mi natal Lebu y me fuera a estudiar a Lota o Concepción. Sé un
profesional -me decía- el mar es la tumba de hombres pobres y solitarios. Ni
aún cuando mi padre una mañana ya no volvió y se quedó para siempre en esa
inmensidad, sentí miedo o deseos de irme.
Hoy
comenzó a llover desde temprano, pero ahora parece que la noche se hubiese
cerrado de improviso encima nuestro. El viento está haciendo cada vez más
dificultosa nuestra navegación y el frio comienza a calar nuestros huesos. El
mar tormentoso parece reclamar su cuota de sangre y hueso.
Madre
mía no sufras por mí, no maldigas al cielo ni escupas en el mar, porque desde
la proa de otra lancha y en otro mar lanzaré de nuevo mis redes para llenarlas
de sueños y promesas
No hay comentarios:
Publicar un comentario